Antes de dejar la Casa Blanca, Joe Biden, que no tuvo a Cuba en su agenda de prioridades durante el mandato, se aseguró de firmar una ley bautizada como En Estados Unidos no se reconocen marcas robadas. La norma, calificada por funcionarios de La Habana como “agresiva”, desconoce y prohíbe el uso de marcas comerciales confiscadas a miles de ciudadanos cubanos por Fidel Castro a inicios de los años sesenta y despeja el camino a compañías como Bacardí -actual dueña del ron Havana Club, que se distribuye en Estados Unidos- en la batalla legal que desde hace décadas libra contra Cuba por la reconocida marca.