Luego de semanas de rumores e incertidumbre, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos formalizó el 4 de marzo la revocatoria de la licencia a Chevron Corporation para operar en Venezuela. Ahora, la empresa petrolera tiene un plazo de 30 días para cesar sus actividades en el país, luego de más de dos años en los que tuvo permiso para extraer y comercializar crudo, como una forma de cobrar la deuda contraída con el Estado venezolano.
Una semana antes de implementar la medida, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió que revertiría “las concesiones” hechas por la anterior Administración de Joe Biden a las exportaciones de petróleo venezolano. Aunque en un principio argumentó que se debía al incumplimiento por parte del gobierno de Nicolás Maduro de los acuerdos para garantizar elecciones presidenciales transparentes en 2024, el Departamento de Estado estadounidense agregó en un comunicado el 6 de marzo que también se debió al rechazo de Caracas a aceptar más vuelos de repatriación de migrantes deportados.
Esto supone un duro golpe para Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), la cual ha estado limitada para exportar debido a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos desde 2019. Desde el inicio de las licencias en 2022 la estatal petrolera ha colaborado estrechamente con Chevron en proyectos de inversión para recuperar la ya entonces mermada producción petrolera, siendo un proveedor importante no solo para la industria, sino además para sostener la economía venezolana con la inyección de dólares al mercado.
¿Cómo volvió Chevron a operar en Venezuela?

Durante su primer periodo en la Casa Blanca entre 2016 y 2021, Donald Trump aplicó una serie de sanciones económicas contra funcionarios e instituciones del gobierno de Maduro señalados como responsables de violaciones de derechos humanos y de la emergencia humanitaria compleja que atravesaba Venezuela. Así, en enero de 2019 se emitieron sanciones contra PDVSA al ser el principal motor económico del Estado, como mecanismo de presión tras el reconocimiento de Estados Unidos al gobierno interino de Juan Guaidó.
Ya para ese entonces Venezuela atravesaba la mayor crisis económica de su historia y la producción de PDVSA se había reducido casi a la mitad, con 1,4 millones de barriles de crudo por día (bdp) frente a 2,6 millones que se exportaban en 2008. Aun así, las sanciones restringieron considerablemente su capacidad para vender crudo a otros países e incluso transportarlo en aguas internacionales. Esto sumado a la pérdida de sus principales proveedores, clientes y socios.
Esto llevó a que PDVSA alcanzara un mínimo histórico de producción en octubre de 2020, con 359 mil bdp de acuerdo con información de la agencia Reuters. Ya para ese momento la empresa estatal se volvió irregular en cuanto a datos oficiales sobre su producción, aunque todavía era medible a través de empresas de análisis privado o informes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Esta última confirmó que durante todo el año 2021 la producción de PDVSA promedió los 553 bdp.

Tras la llegada a la presidencia de Joe Biden en 2021, la estrategia de máxima presión se cambió por un enfoque más negociador, relajando sanciones como incentivo en la medida que el gobierno de Maduro diera mayores garantías democráticas a su población. En octubre de 2022, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro emitió la licencia general 41 como un gesto político de Washington ante la reanudación de la mesa de diálogo en México entre el oficialismo y la oposición.
De acuerdo con el Departamento de Estado, la licencia 41 autorizaba a Chevron a “reanudar operaciones limitadas de extracción de recursos naturales en Venezuela”. La medida aclaraba que PDVSA no podía obtener lucro de estas ventas, pero sí se permitían transacciones “necesarias” para la administración y operatividad de las empresas mixtas compartidas por ambas petroleras.
Aunque la mesa de diálogo de México fracasó, la licencia 41 se mantuvo y Chevron operó con normalidad, realizando inversiones en sus empresas con PDVSA para mejorar su productividad. Esta tendencia se mantuvo a pesar de que el gobierno de Biden pasó por diferentes momentos de flexibilización y endurecimiento de las sanciones, en la medida que establecía pactos con el gobierno de Maduro que más tarde se incumplían, como en el caso de los Acuerdos de Doha.
Socio indispensable

En su página web, Chevron destaca que posee cinco proyectos de producción en tierra y alta mar en conjunto con PDVSA, así como otros tres proyectos de extracción de crudo pesado y extrapesado en la Faja Petrolífera del Orinoco. Entre las empresas mixtas que mantiene en el país destacan PetroBoscán, que opera desde 1946 el campo Boscán en el estado Zulia, así como Petropiar y Petroindependencia, en el oriente del país y el cinturón del Orinoco, y Loran, para la extracción de gas en el Bloque 2 de la Plataforma Deltana-Offshore, en la frontera con Trinidad y Tobago.
La llegada de Chevron ayudó a mejorar la producción de Venezuela, que para noviembre de 2022 era de 664 bdp de acuerdo con la OPEP. En 2024, el gobierno venezolano informó que PDVSA cerró el año con un promedio de producción de 921 mil bdp (aunque la OPEP registró un promedio de 856 mil). De ese total, al menos 230 mil barriles diarios fueron producidos por Chevron, lo que representó el 25 % de la producción total del país.

El director del Programa de Energía para América Latina del Instituto Baker de Estados Unidos, Francisco Monaldi, agregó en una entrevista para el portal Banca y Negocios más del 80 % del incremento en la extracción de crudo en el país en los últimos dos años ocurrió en los campos operados por Chevron. Igualmente, Petropiar es actualmente el único mejorador de crudo pesado activo en la Faja del Orinoco.
Esto sin mencionar que, a través de Chevron, el petróleo venezolano tenía una ventana para ser vendido de forma regular y a precios internacionales, algo imposible para PDVSA con sus sanciones. Por ejemplo, Estados Unidos se mantuvo como el segundo destino de las exportaciones venezolanas, con 6 millones de barriles vendidos en 2024, de acuerdo con la cadena CNN. Una cifra lejana a los 30 millones de barriles que PDVSA llegó a comerciar con ese país durante su pico en los años noventa, pero una mejora notable respecto al periodo de sanciones entre 2019 y 2022, cuando las exportaciones a Estados Unidos se desplomaron a cero.
Igualmente, informes expuestos por la agencia Bloomberg en enero de 2025 revelaron que Chevron presentó declaraciones de impuestos por unos 300 millones de dólares en 2024 a través de Petropiar y Petroboscán. Estos recursos terminaron en las arcas del Estado venezolano, lo cual viola los términos de la licencia 41 y llevó a dirigentes opositores como Leopoldo López a denunciar el uso indebido de la concesión para financiar las operaciones del gobierno de Nicolás Maduro.
Consecuencias profundas

Durante un evento realizado el 4 de febrero en la Universidad Central de Venezuela (UCV), los economistas Luis Oliveros, Luis Bárcenas y Luis Vicente León analizaron el impacto que la suspensión de permisos a Chevron de Venezuela. Los tres analistas abogaron en su momento por la permanencia de la licencia general 41, señalando que las sanciones tendrían un efecto bastante grave en los indicadores económicos del país.
Oliveros, quien es decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Metropolitana, estimó que el país podría registrar pérdidas de entre el 35 % y 40 % de sus ingresos por las ventas de crudo tras la salida de Chevron. Esto tomando en cuenta que el 85 % de la entrada de divisas en Venezuela todavía depende de la renta petrolera.
Por su parte, el economista Rafael Quiroz Serrano indicó a Voz de América que, a partir de abril, la producción venezolana caerá paulatinamente hasta llegar a un piso estimado de 670 mil bpd, una cifra igual a lo que PDVSA producía en 2022 antes de la emisión de la licencia 41. De hecho, durante el foro en la UCV, Bárcenas adjudicó el incremento registrado en los últimos dos años exclusivamente a la intervención de las concesiones extranjeras, acotando que PDVSA más bien ha disminuido sus esfuerzos para mantener su operatividad por sí sola.
Bárcenas, quien es jefe de la empresa de análisis macroeconómicos Ecoanalítica, agregó que sin las licencias de Chevron, también se reducirá considerablemente el valor del petróleo venezolano en los mercados internacionales. Mientras la petrolera estadounidense tenía la posibilidad de vender a precios estandarizados en Norteamérica, Europa y África, PDVSA debe recurrir al mercado negro para eludir las sanciones. Si bien esto ha hecho que Venezuela ahora se enfoque en nuevos compradores como India y China (actualmente su mayor cliente), las transacciones se hacen con descuentos de hasta 30 % por debajo del precio fijado por la OPEP, actualmente de $71,75 por barril.
Asume la producción

Una vez Chevron cese definitivamente sus operaciones el 3 de abril, todos los activos que tenía en sus empresas mixtas en Venezuela pasarán a estar bajo control de PDVSA. Cabe destacar que la corporación tenía una participación del 39,2 % en PetroBoscán, 30 % en Petropiar y 34 % en PetroIndependencia. Su mayor activo es Loran, donde posee el 60 % de la plataforma.
De hecho, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, declaró el 6 de marzo que con la suspensión de la licencia, Venezuela ya no podrá pagar la deuda de más de $750 millones que poseía con Chevron, y que la empresa se estaba cobrando a través de su explotación en el país. “Esa plata que pagábamos a Chevron por concepto de deuda pasa a invertirse en la producción petrolera”, afirmó. Para principios de 2023, la empresa ya había recuperado alrededor de $220 millones de esa deuda, que precisamente proyectaba cancelar para finales de 2025.
Aunque con esto PDVSA podría amortiguar ligeramente el impacto inicial de la salida de Chevron, analistas coinciden que la estatal no está en capacidad actualmente para cubrir el 25 % que producía. “Si bien PDVSA podría asumir la producción de Chevron a corto plazo, se espera un deterioro progresivo en los niveles de producción a partir de 2026”, advierte un informe de la firma Albus Data citado por Voz de América.

Este mismo portal señala que con el fin de la licencia, se espera una posible suspensión de programas de perforación y mantenimiento de pozos petroleros que mantenía Chevron. También la salida de las empresas contratistas que se encargaban de proveer insumos y operar los campos petroleros, pues muchos no querrán trabajar con PDVSA por las sanciones, así como por su historial de incumplimiento de deudas. Esto, a largo plazo, llevaría a mermar significativamente la producción en las empresas mixtas asumidas al 100 % por el Estado.
Otro factor importante que afectará la producción será la falta de diluyentes y combustibles que Chevron importaba para sus operaciones internas. Actualmente PDVSA depende de otras empresas con licencias como la española Repsol, la francesa Maurel & Prom, la italiana ENI y la india Reliance, quienes abastecen a las refinerías venezolanas de los insumos necesarios. No obstante, si las acciones de Trump llevan también a la suspensión de licencias para estas empresas, se volvería virtualmente imposible para PDVSA procesar el crudo pesado de la Faja del Orinoco para adaptarlo a los requerimientos del mercado.
La entrada ¿Cómo afectará la salida de Chevron a la producción de petróleo en Venezuela? se publicó primero en El Diario.