Jhoan Bastidas, un joven marabino de 25 años, pasó 16 días recluido en la base naval de Estados Unidos en Guantánamo, Cuba, tras ser deportado bajo la política migratoria del expresidente Donald Trump.
Durante su estadía, estuvo vigilado por cámaras, comiendo porciones mínimas y encerrado en una celda de 7×13 pies, sin acceso a libros ni distracciones.
“Todo el día encerrado en un cuartito (…) mirando las paredes”, relató Bastidas a la agencia AP desde la casa de su padre en Maracaibo, donde regresó tras su deportación.
Tres semanas después, aún intenta procesar su retorno a una ciudad golpeada por la crisis y la inesperada etiqueta de presunto criminal que le adjudicaron las autoridades estadounidenses.
Bastidas es uno de los aproximadamente 350 venezolanos que fueron deportados recientemente, de los cuales unos 180 pasaron hasta 16 días en Guantánamo antes de ser trasladados a Honduras y luego a Venezuela por el gobierno de Nicolás Maduro.
Esta medida se enmarca en los esfuerzos de la Casa Blanca por ejecutar deportaciones masivas, justificadas bajo la supuesta vinculación de los migrantes con la banda criminal trasnacional, Tren de Aragua.
El éxodo venezolano es una de las mayores crisis migratorias de los últimos años, con más de 7,7 millones de personas dejando su país desde 2013. Muchos, como Bastidas y su familia, buscaron oportunidades en Perú y Colombia antes de intentar llegar a Estados Unidos.
Financiado por un hermano, Bastidas emprendió su viaje en noviembre de 2023 con la promesa de un empleo en Utah. Sin embargo, tras entregarse a las autoridades en la frontera con México, fue detenido en El Paso, Texas, y posteriormente trasladado sin previo aviso a la base en Cuba.
El joven recuerda que, al llegar, no sabía dónde estaba hasta leer “Guantánamo” en el suelo. En la celda, sin referencias horarias, solo veía el sol cada tres días durante una hora.
“Nosotros decíamos que el que nos va a sacar es Diosito porque no veíamos otras soluciones”, contó sobre su tiempo de encierro.
La Unión Americana de Libertades Civiles denuncia maltratos en Guantánamo, incluyendo intentos de suicidio de algunos detenidos.
Además, un juez federal emitió una orden para frenar estas expulsiones bajo la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, pero la administración Trump continúa con los traslados, enviando incluso a cientos de migrantes a una prisión de máxima seguridad en El Salvador.
Bastidas sostiene que fue erróneamente identificado como pandillero por sus tatuajes. Su padre mostró dos estrellas negras de ocho puntas en su pecho como posible motivo de la confusión.
Tras su liberación, Bastidas pasó dos semanas descansando y luego comenzó a trabajar en un puesto de perros calientes en Maracaibo, tratando de reconstruir su vida en una ciudad que sigue marcada por la crisis y el éxodo masivo.
A pesar de todo, Bastidas mantiene su fe. “Yo veo como medio una prueba que me puso el Señor, Él me tiene otro propósito”, expresó.
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La entrada “Fue muy duro”: La experiencia de un marabino en Guantánamo acusado de pertenecer al Tren de Aragua se publicó primero en AlbertoNews – Periodismo sin censura.