Los incendios del condado Los Ángeles (con alrededor de 10 millones de habitantes) se han cobrado la vida de cinco personas y han quemado más de 10.000 hectáreas, según las autoridades de la ciudad californiana. Se ha ordenado la evacuación de decenas de miles de residentes ante el rápido avance de las llamas, mientras más de 1.400 bomberos se enfrentan a los fuegos. Pero con los niveles de agua muy bajos, lo hacen con un suministro en mínimos e intermitente, lo cual está dificultando mucho las labores. El Gobierno de California ha declarado el estado de emergencia y el presidente Joe Biden ha emitido una declaración de “catástrofe grave” para el Estado y enviará apoyos federales para asistir en la contención de las llamas y la atención a los afectados. El primer incendio en arder fue el de Pacific Palisades, un barrio montañoso y costero en el oeste de la ciudad. Este empezó el martes y se ha extendido hasta unas 6.400 hectáreas. Luego, en la ciudad aledaña de Pasadena comenzó otro, el incendio Eaton, que ya ha quemado 4.290 hectáreas. Tras estos, un tercero, el incendio Hurst, se encendió en la zona norte, afectando por ahora a más de 200 hectáreas en dirección a la localidad de Santa Clarita. Y la noche de este miércoles un nuevo incendio se ha desatado en las colinas de Hollywood, el corazón de la metrópolis. La situación aún puede empeorar más a medida que continúen las fuertes ráfagas de vientos, los llamados vientos de Santa Ana, que han sido los catalizadores del desastre natural.