
Lorenzo cerró los ojos cuando la “copresidenta” Rosario Murillo se puso de pie en la tarima central de la Plaza la Fe, en Managua, a la vera del Lago Xolotlán, y lo juramentó –junto a 29.000 personas más– como “héroe de la paz” y “policía voluntario”. Estos son los eufemismos que usa el régimen sandinista para llamar a sus paramilitares, una de las fuerzas represivas más letales al servicio de la pareja presidencial y principales perpetradores en 2018 de más de 350 asesinatos de manifestantes. La diferencia es que desde enero de 2025 a este grupo paraestatal se le dotó de legalidad gracias a la reforma constitucional que consolidó un Gobierno de carácter totalitario, pertrechado de fuerzas oficiales y cuerpos armados acusados de cometer crímenes de lesa humanidad.