Tanques y uniformes militares directamente abandonados en la carretera por los soldados que se rindieron al avance rebelde, disparos de fusil al aire que son ya más muestra de poder que celebración, edificios administrativos quemados por la multitud o, como el aeropuerto militar, bombardeados por Israel (del que aún sale humo), coches asaltados con los vidrios rotos, un duty free completamente saqueado… Así es Siria este lunes, en el espacio entre un régimen, el de Bachar el Asad, derribado apenas 36 horas antes, y el que formen los distintos grupos que lo derrocaron.