Un manotazo en el tablero geopolítico, una guerra comercial a gran escala, la persecución de los inmigrantes sin papeles, la purga revanchista ―y los despidos masivos― en la Administración, muchas mentiras y una guerra cultural a las ideas progresistas han marcado el vertiginoso primer mes de Donald Trump desde su regreso a la Casa Blanca. Con una actividad frenética en la que ha mezclado decisiones de calado con maniobras de distracción, el presidente de Estados Unidos ha redefinido el papel en el mundo de la primera potencia, al tiempo que daba una sacudida al paisaje político, económico y social interior. El país ha virado bruscamente con Trump al timón y el multimillonario Elon Musk como su grumete.