En su intento por demostrar que cumple con sus promesas —que no decepcionará a los millones de estadounidenses que le dieron el voto para hacer del suyo, nuevamente, un mejor país—, Donald Trump no esperó para iniciar las deportaciones de migrantes que, según él, restaurarán el orden y la seguridad nacional. Si en su primer día como presidente los agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) arrestaron a 308 personas, y a 538 el jueves, para el domingo la cantidad de detenidos era de casi 1000. Pero al republicano le parece una cifra menor. Varias fuentes aseguran que, de hecho, se siente “decepcionado” con el número de arrestos. Los agentes tendrán que redoblar esfuerzos o pagarán las consecuencias de no ayudarlo a cumplir la meta de la deportación más grande de la historia de los Estados Unidos.