El episodio de este domingo en el que Estados Unidos forzó la mano de Colombia al amenazarle con imponer aranceles por negarse a acoger migrantes deportados ha servido como aperitivo para los países de América Latina sobre la política exterior a la que se van a enfrentar en los próximos cuatro años con la vuelta de Donald Trump al poder en Washington. El republicano ha enviado un claro mensaje de que la inmigración es su interés primordial, y que no le va a temblar el pulso a la hora de castigar incluso a sus mejores aliados para lograr sus objetivos. El gesto también representa una advertencia para México y Canadá, amenazados con tasas arancelarias del 25% desde el 1 de febrero.