Muchas habilidades de motricidad fina se adquieren de forma natural en los primeros años de vida. Esto le permite a los niños comenzar su adaptación a los procesos escolares con destrezas necesarias como agarrar un lápiz o unas tijeras. Sin embargo, los educadores en el mundo han reportado mayores dificultades en esta área en los niños que llegan al preescolar.
Una encuesta publicada en 2024 en Education Week, se indica que el 77 % de los educadores en Estados Unidos afirmó que los alumnos más jóvenes tienen más dificultades para manejarse con lápices, bolígrafos y tijeras. Además, el 69 % de los profesores notó mayor dificultad para amarrarse los zapatos que hace cinco años.
Amy Hornbeck, profesora de las escuelas públicas de Nueva Jersey, contó para una publicación de National Geographic que muchos de sus alumnos en la actualidad tienen problemas para subir el cierre de un suéter, pasar las páginas de los libros e incluso agarrar una cucharilla de forma adecuada.
«Es como si nunca hubieran visto un bloque (…) Las cosas que hacen con el bloque cuando acabas de enseñarles lo que tienen que hacer es alucinante», explicó la docente.
Hornbeck admitió que en sus alumnos es evidente el uso frecuente de dispositivos móviles. Aunque expertos en educación no culpan por sí solos a las pantallas, pues las dificultades también se deberían a una mezcla entre los hábitos y experiencias durante la infancia diferentes a las de niños de generaciones anteriores.
Las pantallas han sustituido el tiempo de juego
El uso de las pantallas en muchos casos ha sustituido las actividades manuales y el tiempo de juego.
Para el desarrollo de la motricidad fina es necesaria la realización de manualidades que impliquen dibujar, colorear, recortar, rasgar, moldear y pegar. En cuanto a los juegos, meter objetos pequeños dentro de otros, apilar bloques y armar rompecabezas contribuyen a obtener esas habilidades.
Steven Barnett, codirector del Instituto Nacional de Investigación en Educación Temprana de la Universidad de Rutgers, indicó a National Geographic que los niños también han disminuido su tiempo al aire libre.
“No cavan, no recogen flores, no hacen todo tipo de cosas interesantes que los niños podrían hacer por su cuenta”, dijo Barnett.
La pandemia y las dificultades en el desarrollo de los niños
Un factor determinante en las dificultades que presentan estos niños tiene que ver con la pandemia por covid-19. Los estudiantes desde preescolar hasta tercer grado de primaria vivieron parte de sus primeros años en la pandemia, esto implicó mayor tiempo en casa, con poca o nula interacción con otros niños y, en algunos casos, más exposición a pantallas.
El deterioro de la motricidad fina fue evidente desde los primeros meses de vida. Un estudio publicado en la revista JAMA Network evaluó a 250 bebés nacidos en el primer año de pandemia y encontró que a los 6 meses de edad obtenían puntuaciones más bajas en motricidad fina que bebés nacidos en años anteriores.
Lauren Shuffrey, profesora en la Facultad de Medicina Grossman de la NYU y coordinadora del estudio, señaló que los bebés pandémicos crecieron en un entorno distinto a otros niños, pero alegó que no se debe descartar el estrés prenatal como otro detonante.
Shuffrey dijo que la necesidad de muchos padres de cuidar a sus hijos desde casa mientras trabajaban en el mismo espacio llevó a las familias a utilizar las pantallas como una herramienta que calmara a los niños de forma momentánea.
Steven Barnett considera que el deterioro de la motricidad fina y su relación con las pantallas no es algo que nació durante la pandemia porque antes del covid-19 los niños pequeños ya estaban expuestos a dispositivos. No obstante, cree que pudo acelerar el problema.
Comodidad en la crianza
La profesora Amy Hornbeck opinó que en la actualidad muchas cosas hacen más cómoda la crianza y les facilitan las tareas cotidianas tanto a los padres como a los hijos. Puso como ejemplo las prendas de vestir elásticas sin cierres ni botones que le quitan la oportunidad a los niños de practicar esas habilidades.
Agregó que las meriendas envasadas y preempacadas también contribuyen a minimizar el desorden durante las meriendas, por lo que los niños no se ven desafiados a utilizar los utensilios de forma correcta.
Hornbeck observó que los niños también se han acostumbrado al uso de piezas magnéticas, en lugar de bloques tradicionales que requieren mayor precisión y paciencia para crear torres y figuras.
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