Transcurría mayo de 2024 cuando Valentina y Juan emprendieron una aventura hacia un destino que, en sus propias palabras, «lo cambió todo». Aunque nunca estuvo en su agenda visitarlo cuando salieron de su natal Rosario, Argentina, en 2019, la pareja tomó la decisión impulsados por la curiosidad y las ansias por vivir en primera persona un país del que tanto se habla y del que tan poco se conoce. Así, con entusiasmo y expectativa ante lo desconocido, ingresaron en su motorhome a Venezuela, el décimo país que visitaron desde que comenzó su viaje hace cinco años, y el que ahora, confiesan, no tienen “el coraje” de abandonar.
Chacho, un perrito con un carisma que traspasa la cámara, en compañía de Juan y Valentina, son los protagonistas de una historia particular que está marcada por el amor y la enseñanza impalpable de que no solo se pertenece al lugar donde se nace. Para ellos, Venezuela, un país que en principio era ajeno, se convirtió en un hogar cálido y fraterno que ahora ocupa un espacio inamovible en sus corazones.
Antes de contar la historia de Valentina y Juan hay que mencionar a la Aldea x América, un proyecto de ambos cuya principal vía de difusión es su canal de YouTube que lleva ese mismo nombre. Allí ambos documentan su viaje por el continente mientras conducen una camioneta Ford Transit de 1997 que adquirieron con sus ahorros y que cuenta con todas las comodidades de una casa tradicional (ducha con agua caliente, cama, cocina, nevera, etc).
Un sueño en común
Si hay dudas de que el amor a primera vista existe, Valentina y Juan posiblemente son un ejemplo de ello. La pasión por viajar los unió desde que se conocieron en una fiesta en Argentina en el año 2018. Desde allí, recuerdan, no se separaron más. Un mes después vivían juntos y cinco meses más tarde ya habían comprado su motorhome con el único fin de viajar por el continente.
Ella, estudiante de Terapia Ocupacional, él, un pequeño comerciante en su natal Rosario, sin ninguna experiencia previa en este estilo de vida. Ambos empacaron su ropa, sus sueños e incluso sus miedos para comenzar a vivir el viaje de sus vidas. En esta aventura también los acompañó Chacho, un perro que Juan rescató cuando era cachorro y que se ha convertido en un integrante esencial de su pequeña familia y de su canal en YouTube.
Su viaje comenzó en octubre de 2019 en Uruguay. Al mes emprendieron rumbo a Brasil, uno de los destinos que más anhelaban conocer de la ruta que trazaron. Sin embargo, su estadía en el país carioca les dio varias palmadas de realidad que los hicieron conscientes de los retos que suponía vivir viajando.
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“El viaje nos puso las primeras pruebas cuando se partió el motor de nuestra camioneta, entonces tuvimos que aprender a hablar un nuevo idioma, vivir tres meses en una mecánica (un taller) porque la inexperiencia nos hizo comprar un vehículo que no existe en otros lados del mundo (…) Después de algunos meses estresantes apareció la pandemia y ahí nos dimos cuenta de que no iba a ser simplemente viajar y conocer el mundo, sino que íbamos a tener que ser fuertes en ese recorrido”, recuerda Juan en entrevista para El Diario.
Durante ese tiempo, Valentina y Juan permanecieron en Brasil. Con los ahorros liquidados por las fallas de su camioneta tomaron la decisión de comenzar a vender pulseras, una labor que realizaron durante aproximadamente un año y que no solo les permitió cubrir necesidades básicas, sino poder comenzar a coquetear con la idea de abrir un canal de YouTube para compartir sus viajes.
Luego de meses de preparación acordaron dedicarse exclusivamente a la creación de contenido para su canal al que nombraron La Aldea x América, en alusión a su dúo favorito: Los Aldeanos, y también por el significado de la palabra. “Habla de vivir en comunidad, que nadie es más que nadie, nadie es el cacique de la tribu, todos somos iguales, así que para nosotros el viaje era un poco eso. Que esta sea nuestra pequeña aldea y nosotros ser parte de una gran aldea que es el mundo”, explica Valentina.
Así entonces la pareja de argentinos logró unir dos de sus grandes pasiones: grabar y viajar. Con su motorhome han recorrido miles de kilómetros retratando paisajes, historias y cumpliendo algunos de los sueños que mencionaron aquella noche de 2018 en la que se conocieron.
Venezuela, un flechazo inesperado
Desde 2019 hasta la actualidad, la pareja ha recorrido un aproximado de 6.000 kilómetros viajando por 10 países: Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Cuba Colombia y Venezuela. A este último llegaron gracias a una recomendación de otros viajeros argentinos, quienes le advirtieron: “Si van a Venezuela, se van a enamorar”. No estaban equivocados.
“Dijimos ¿por qué no darle una posibilidad al país y entrar? La verdad es que ellos (los viajeros argentinos) no erraron en nada de lo que nos dijeron. En Venezuela tratan tan bien al turista, yo no sé si es porque estuvieron muchos años sin recibir gente extranjera, pero reciben al extranjero muy bien. No lo ven como alguien de afuera, sino que te hacen sentir como un venezolano más y bueno, así nos animamos a venir y fue la mejor decisión que tomamos”, afirma Valentina.
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La experiencia de la pareja de argentinos en Venezuela ha sido “un antes y un después en sus vidas”. Desde que pisaron el país han congeniado con la amabilidad, la atención y la alegría de los venezolanos, quienes en medio de las adversidades, no han dudado en brindarles una mano amiga en cada uno de los estados que han recorrido.
Su otro integrante a bordo, Chacho, también parece estar disfrutando de la estadía en el país. Al menos así deja constancia en los videos de la Aldea x América, donde en cada playa o río al que tiene permitido ingresar, él ha sido el primero de los tres en hacerlo. Pero el carisma y alegría del perro va más allá, se ha convertido en el protagonista indiscutible de su canal de YouTube, no en vano cuando algún suscriptor lo reconoce en la calle pide una foto con la mascota.
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“En esta vida de vivir en una camioneta hace tantos años, uno se enfrenta a un montón de adversidades (…) y que en un lugar te hagan sentir en casa, cuando nosotros dejamos nuestra casa, nuestra familia y amigos. Esa sensación de que te cobijen con amor, que te hagan sentir bien, de que te valoren por el coraje de haber salido al mundo y te brinden un cafecito y una arepa, esas pequeñas cosas son las que nosotros salimos a buscar y acá sí que lo hemos encontrado de forma masiva”, menciona Juan.
La plenitud fue tal que cuando se vencieron sus primeros tres meses de permiso como turistas decidieron renovarlo tres meses más. Pese a las dificultades a las que viajeros como ellos se enfrentan en Venezuela (exceso de alcabalas, intentos de extorsiones y falta de gasolina), la pareja no se atemorizó y fue más allá. Por eso, cuando finalizaron los tiempos que otorgaron las autoridades migratorias, los argentinos viajaron hasta Colombia con un objetivo claro: tramitar una visa en el Consulado de Cúcuta para volver a ingresar a Venezuela. Lo lograron.
Casi nueve meses han transcurrido desde la primera vez que Valentina y Juan pisaron suelo venezolano. Desde entonces siguen recorriendo el país. Admirados con cada paisaje, con cada playa del mar Caribe y con cada pueblito que entre carencias desborda venezolanidad, pero dejando claro algo, que pese a tanta inmensidad y belleza natural, el mayor atractivo de Venezuela sigue siendo su gente.
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“Venezuela tiene una magia que encaja muy bien con la de nuestro país, nos complementamos demasiado lindo y nos han hecho sentir esa fraternidad, esa cosa de que cualquier lugar por donde pasamos nos hace sentir en casa y hemos formado mucha familia acá. Nos hacen sentir muy valorados, a la gente le gusta que seamos dos extranjeros recorriendo Venezuela y Venezuela te enamora. Es imposible venir y no querer quedarse. Hay una magia demasiado hermosa y eso es lo que hace que hoy todavía sigamos eligiendo estar acá y querer recorrer el país en su máxima profundidad”, dice Valentina.
Durante este tiempo la pareja pudo conocer 18 estados del país. Al hablar de sus destinos favoritos hasta ahora no pueden dejar de mencionar el viaje espiritual que, a su juicio, supuso conocer el Salto Ángel (la caída de agua más alta del mundo), también de la inmensurable belleza de Los Roques. Aunque aclaran que si de destinos accesibles se trata, las costas de Aragua los enamoraron.
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El trabajo de la pareja, mostrando las bellezas naturales de Venezuela en sus redes sociales, los ha hecho merecedores de una gran comunidad de venezolanos. En parte, gracias a esa ayuda lograron llegar a los 100 mil suscriptores en YouTube. “Nos sentimos muy valorados en Venezuela, porque la gente nos aprecia y valora el contenido que hacemos, comenta Valentina, dejando entrever otra de las razones por la que extendieron su viaje en el país, aunque la causa más perenne parece ser el sentido de identidad y pertenencia que siente.
“Para salir a viajar como hicimos nosotros se necesita una cuota de valentía y es una decisión muy grande, una decisión que prácticamente no tiene vuelta atrás y sentirnos en casa en Venezuela en esos primeros seis meses fue cómo ¿otra vez tengo que irme de casa? Porque así nos sentimos, en casa. Otra vez dejar todo lo que amo, las amistades que hice en este país, lo bien que me siento recorriéndolo, entonces fue difícil y bueno, esta vez no tuvimos tanto coraje porque acá seguimos”, confiesa Juan. Valentina asiente ante ese comentario, pero agrega: “No estamos teniendo el coraje para irnos de Venezuela”.
“Venezuela es nuestro hogar”
Su larga estadía en Venezuela ya se detecta en el modo de actuar de Valentina y Juan. Amables y elocuentes por naturaleza, la pareja ya conoce muchos modismos venezolanos, de hecho los han agregado a su acento argentino tan característico.an formado Han formado grandes amistades en el país, y claro, ya agregaron la gastronomía venezolana a su mesa.
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Valentina cuenta que ya sabe preparar arepas y que es el desayuno infaltable para ellos cada mañana. Juan, por su parte, dice que probó el plato por primera vez en Colombia, pero la forma en que se prepara en Venezuela fue la que lo flechó.
“Conocí la arepa allá (Colombia) y no le tenía fe a la arepa, decía ¿bueno, pero por qué les gusta tanto a los venezolanos? Hasta que entramos acá y le ponen mucho amor a esa harina de maíz, le ponen tanto amor a la masa perfecta, al relleno, por lejos para mí la mejor comida que hay es la arepa”, dice.
A su tierra natal también la han llevado durante sus cinco años de viaje. Para Valentina, por ejemplo, no hay bebida que reemplace el mate, y ambos, como buenos argentinos, llevan la pasión por el fútbol en su ADN.
Ahora que casi cumplen nueve meses en el país y el vencimiento de su visa se avecina, Valentina y Juan ya planean volver a viajar a Colombia para renovarla y regresar para completar el recorrido por todos los estados de Venezuela. “Hasta no terminar los 24 estados no nos queremos ir, porque además se vienen algunos proyectos después de este viaje. Se van a venir cambios drásticos en la vida y vamos a tomar un rumbo bastante inesperado”, adelanta Valentina.
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Pese a sus planes a corto plazo, son puntuales en algo: A Venezuela siempre quieren volver, por eso, dicen, que esperan en un futuro radicarse en el país y trabajar para promover el turismo que tanto los enamoró cuando llegaron. “Sabemos que a Venezuela le vamos a tener que decir adiós, pero solo por un tiempo porque nos gustaría vivir acá (…) Venezuela es un país que nos marcó y no hay vuelta atrás. Nos marcó. Me puedo enamorar de otros países, pero lo que Venezuela nos hizo es único” dice Juan. Valentina agrega: “Creo que en la otra vida fuimos guacamayos”.
Con la nostalgia de quien ya ve más cerca su partida del país, Valentina confiesa que Venezuela fue un antes y un después en su vida. No en vano lleva tatuado en su brazo la silueta del mapa y la orquídea (la flor nacional). Siente al país como su hogar, es por eso que anhela tener una casa en estas tierras e incluso que sus hijos sean venezolanos. “Venezuela es nuestro hogar. No sé qué me hizo Venezuela en el corazón, pero sé que me lo atravesó de una forma muy grande y me imagino un futuro en este país (…) Soñamos con tener una casita acá, me muero por tener un hijito que me nazca comiendo arepa. Sería mi sueño”.
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Nada ajeno con este sentir está Juan, quien describe su experiencia en Venezuela como un aprendizaje donde destaca la bondad de muchos venezolanos que aún teniendo poco siempre se muestran dispuestos a compartirlo. “Llegar acá y de a poco ir entendiendo cómo la gente es feliz con nada, eso me enseñó que lo que yo salí a hacer, que es no tener nada y llenarme de experiencias acá lo pude encontrar, y me flechó la vida. Haber llegado a lugares donde la gente sonríe poco, y lo poco que tiene, te lo comparte, es lo que yo quiero para mi vida y lo que quiero entregarle a mis hijos. Y si yo lo aprendí acá, entonces probablemente acá pertenezca”.
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Sin imaginarlo, Valentina, Juan y Chacho construyeron un hogar en Venezuela. Uno sin grandes bloques ni pisos de mármol, tampoco con una gran piscina. Su hogar en el país va más allá de lo material porque se construyó con cada venezolano que los arropó y les abrió las puertas de su casa, con cada mano amiga que les brindaron en momentos de adversidad, pero también con cada paisaje imponente que los deslumbró. Es su hogar, porque el país, pese a las carencias y dificultades, siempre arropa a quien le ama. Así entonces, dos viajeros argentinos sucumbieron ante la magia de este paraíso ubicado en un rinconcito de Suramérica. Un país que tantos titulares abarca, pero que tan pocos conocen en realidad, porque Venezuela es mucho más.
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