Venezuela tiene una generación de familias fracturadas. Miles de personas decidieron dejar el país en una ola migratoria que comenzó en 2014 y que se intensificó en 2017 y 2018 debido a la escasez de alimentos y la falta de acceso a los servicios públicos.
Actualmente, más de 10 años después, se ha registrado el regreso de cientos de venezolanos al país y con ello, la adaptación de un nuevo estilo de vida, incluido acostumbrarse a una economía híbrida entre el bolívar y el dólar.
¿Qué los hizo volver?
Para conocer algunas de estas historias, el equipo de El Diario habló con Andreína Reyes, Salvador De Abreu y José Rafael Castillo, tres migrantes que retornaron al país en los últimos dos años, quienes compartieron su experiencia de reintegración y cuáles fueron los desafíos a los que se tuvieron que enfrentar tras su regreso al país.
En estas tres historias hay un factor común: la familia. Algunos de ellos retornaron por la necesidad de arraigo familiar, otros lo hicieron por necesidad de acompañar presencialmente a sus familiares.
En el caso de Andreína Reyes, de 31 años de edad, migró en 2018 a Barcelona, España, inicialmente y luego a Madrid, con el objetivo de lograr independizarse y buscar nuevas oportunidades laborales para una mayor calidad de vida.
Durante los años que vivió en el extranjero tuvo que parar su carrera en el área de mercadeo y se dedicó a ser vendedora de una tienda de joyería, en la que contó que intentó compartir sus conocimientos como experta en marketing. Sin embargo, aseguró que su sueldo en España era insuficiente para el costo de vida, en especial por los altos precios de los alquileres y los servicios de gas, electricidad y agua.
“Luego de seis años fuera del país me encontré con un estancamiento profesional que me generó frustración. Soy una persona muy trabajadora y siempre doy lo mejor de mí, pero sentía que no existía una cultura de crecimiento profesional ni un plan de carrera que realmente me motivara”, expresó.
Reyes también destacó que la necesidad de volver a reunirse con su grupo familiar en Caracas fue determinante para retornar al país.
“Lo que más influyó en mi decisión de volver fue la familia. No quería seguir pasando años lejos de ellos, sin tener recuerdos recientes juntos. Esto sumado a lo que mi familia significa emocionalmente para mí. Saber que iba a tenerlos de nuevo en mi vida fue determinante en mi decisión de volver a Venezuela”, agregó.
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Por otra parte, Salvador De Abreu, de 30 años de edad, es periodista y migró a Chile en 2018 a causa de la crisis económica y la escasez que había en Venezuela en ese entonces.
De Abreu vivió cuatro años entre las ciudades chilenas de La Araucanía y Santiago, donde se desempeñó como mesero; luego dejó la hostelería y comenzó a trabajar como community manager.
A mediados de 2022, decidió volver a Caracas. La razón principal fue brindar apoyo y acompañamiento a sus familiares, más allá del aporte económico con el que podría contribuir al estar en el extranjero.
“Pienso que, en ocasiones, nuestros padres y madres necesitan que estemos presentes. En cierto punto, con el paso de los años, nos volvemos responsables de ellos”, afirmó De Abreu.
Para José Rafael Castillo, de 29 años de edad y quien había emigrado a Buenos Aires (Argentina), su motivación más grande para volver al país eran sus sobrinos, la mayor tenía 1 año de edad y el más pequeño acababa de cumplir 4 meses de nacido. En su caso, las videollamadas eran frecuentes, sin embargo, reconoció que se sentía alejado de su familia y ajeno a la vida de sus sobrinos.
“Son los hijos de mi hermana, la única familia que me queda. Lo bueno de volver es que los puedo ver crecer más allá de una pantalla, los busco al colegio y puedo estar en sus cumpleaños. A pesar del caos, me siento bien de estar de regreso”, dijo.
Hacerse un espacio en su propio país
Tras su regreso al país, Andreína Reyes, Salvador De Abreu y José Rafael Castillo contaron cómo fue el proceso para hacerse un espacio en su propio país.
Andreína Reyes mencionó que su proceso de reintegración en Venezuela duró varios meses, debido a que se resistía a aceptar ciertos cambios, entre ellos, el uso de bolívares y dólares como forma de pago o adaptarse al estilo de vida actual de los venezolanos.
“Pienso que mi adaptación fue complicada, pero volví con tanta ilusión de estar con mi familia y el deseo inmenso de empezar de nuevo en mi país, que eso fue más fuerte que cualquier dificultad”, aseguró.
Por su parte, José Rafael Castillo comentó que uno de los desafíos más grandes de volver a su país fue “acostumbrarse al desorden”. Un ejemplo que dio fue lo organizado del transporte público en Buenos Aires, a diferencia del de Barquisimeto, estado Lara.
“(En Buenos Aires) sabes a qué hora pasa el subte y eso te permite organizarte mejor, en cambio en Barquisimeto las rutas (unidades de transporte) no tienen horario. También me costó entender la economía venezolana: pago en dólares, pero me dan el vuelto en bolívares”, afirmó.
Además, Castillo indicó que ser un migrante retornado significa “hacerse un espacio dentro de su propio país” y adaptarse a la dinámicas actuales.
La experiencia de volver para Salvador De Abreu fue difícil, en especial durante los primeros seis meses de su adaptación.
“Me la pasaba histérico por la falta de transporte público y las escasa oportunidad para independizarte en Caracas, pero luego de un año sentí que estaba adaptado del todo a la dinámica del venezolano”, añadió.
A su juicio, la situación económica del país mejoró con respecto a 2018, debido a que hay mayor oferta en alimentos, así como la sensación de seguridad en la calles.
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Migrantes venezolanos en el extranjero
A pesar del retorno de algunos venezolanos al país, la salida de refugiados y migrantes de Venezuela persiste, de acuerdo con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
El organismo internacional destaca en su página web que más de 7,7 millones de personas permanecen fuera de Venezuela, lo que catalogaron como una “crisis migratoria sin precedentes”.
El informe de Acnur destaca que la mayoría de los venezolanos se reubicó en países de Latinoamérica y el Caribe, como Colombia, Ecuador, Perú, Panamá, Argentina y Chile.
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