La convención nacional republicana, que arranca este lunes en Milwaukee (Wisconsin), es un “evento nacional de seguridad especial”, lo que significa que todos y cada uno de los más de 50.000 asistentes acreditados estarán fichados por el servicio secreto de Estados Unidos, el responsable de la planificación. De hecho, la convención de 2024 será el 77º “acto especial” coordinado por esta agencia, con el apoyo de una descomunal presencia de fuerzas del orden estatales y locales. Este despliegue será reforzado a consecuencia del atentado sufrido por Donald Trump el sábado en Butler (Pensilvania), cuando el republicano resultó herido leve por una bala y fue desalojado del estrado en el que celebraba un mitin.
Contraprogramación demócrata en Milwaukee
Los demócratas han contraprogramado los fastos republicanos para recordar a los habitantes de Milwaukee que, no hace mucho, Donald Trump insultó a su ciudad llamándola «un lugar horrible». Medio centenar de autobuses urbanos circularán estos días empapelados con publicidad que rememora el insulto, pero también con críticas a las posturas del republicano sobre el aborto o el coste de los medicamentos, así como un recordatorio de su reciente condena penal en Nueva York por el caso Stormy Daniels. A juzgar por la escasa distancia entre el estadio donde se celebra la convención y el hotel que sirve de cuartel general a la campaña, apenas unas manzanas, no parece que los autobuses vayan a tener mucho trabajo y menos aún, público. Mientras, Cavalier Johnson, el primer alcalde negro de Milwaukee, que es demócrata y no ve con buenos ojos el tsunami republicano, se frota sin embargo las manos porque la convocatoria ha colocado a su ciudad en el mapa global y, cómo no, por el retorno económico que el evento tendrá en las arcas públicas. En la ciudad y sus alrededores no queda ni una sola habitación de hotel, pese a los precios astronómicos: las pocas que se ofertan, por cancelaciones, rondan los 800 dólares la noche, en un tres estrellas.