Cuba sufrió el pasado viernes un apagón que obligó al Gobierno a declararse en “situación de emergencia energética”. El colapso total del sistema eléctrico se originó por un fallo en la mayor central del país, pero el problema es estructural y evidencia no solo la ineficacia de la política energética, sino el fracaso de toda la gestión del régimen. La crisis es la consecuencia de un círculo vicioso en el que una red obsoleta y la falta de inversión han consolidado la dependencia del petróleo importado, primera fuente de generación de electricidad en el país. En la ecuación repercuten además desequilibrios externos como los de Venezuela, principal aliado de La Habana en la región.