Estados Unidos y Venezuela llevan años enredados en una negociación que, por ahora, no les ha llevado a ninguna parte. Washington ha condicionado el levantamiento de sanciones impuestas al Gobierno chavista a la celebración de unas elecciones libres y justas en las que la oposición tuviera opciones reales de poner un presidente, entra otras exigencias. Hace un año, representantes de una y otra administración se reunieron en secreto en Qatar y diseñaron una hoja de ruta que debía aclarar el panorama político a estas alturas, con un ganador y un perdedor después de la votación, que ambas partes reconocieran los resultados y que se recuperara poco a poco una normalidad democrática que sacara al país de la conflictividad en la que está inmerso al menos desde 2017, cuando Maduro vivió una crisis de legitimidad y se expandieron las protestas en la calle.