La violencia en Ecuador acorta las distancias entre las regiones bajo el control de las pandillas y se establece en ciudades que hasta ahora parecían ajenas al crimen organizado. Un claro ejemplo de esta situación es Quito, la capital ecuatoriana, donde en un solo mes se registraron 24 crímenes violentos, lo que representa un aumento del 30% en comparación con el mismo periodo del año pasado. Entre estos casos, se incluye el atentado armado contra dos funcionarias del SNAI, la institución encargada del sistema penitenciario. Este alarmante panorama llevó al Gobierno de Daniel Noboa a incluir, por primera vez, a la ciudad en el último decreto de estado de excepción, como respuesta a un aumento de la inseguridad que ha resultado incontrolable.