En la Elipse de Washington, con la Casa Blanca iluminada al fondo y delante de una multitud entregada, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, pronunció ayer su alegato final para ganarse al electorado estadounidense. Presentó dos visiones contrapuestas, la de su rival, Donald Trump, del que dijo que está “obsesionado con la venganza y consumido por los agravios”, y la suya, “una presidenta para todos los estadounidenses”. En un discurso de media hora, Harris pidió “pasar la página” del trumpismo para evitar el “caos” y reiteró su mensaje de unidad en un mitin en el que lo más novedoso fue en realidad el escenario.