El endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos está en el centro de las preocupaciones de México. Así lo han dejado claro sendas declaraciones de la presidenta, Claudia Sheinbaum, quien ya ha activado a su Gabinete para buscar alternativas que atemperen el discurso de mano dura de Donald Trump y su promesa de campaña de deportar hasta un millón de migrantes cada año en situación irregular. Aunque todavía faltan dos meses para la toma de posesión del republicano, el Gobierno mexicano ya trabaja en documentos de trabajo para demostrar con datos duros las aportaciones de la diáspora mexicana en la economía de ambos países, así como los beneficios del tratado comercial (TMEC), que se revisará en 2026. Las señales que ha enviado Sheinbaum, sin embargo, apuntan a que la crisis migratoria es por ahora el frente prioritario para el país latinoamericano y el primer gran escollo a resolver en la relación bilateral. “No estamos de acuerdo en que se trate a los migrantes como criminales”, afirmó la mandataria en su última conferencia de prensa.