Los bulos y los rumores malintencionados en torno a las operaciones oficiales de asistencia en el oeste de Carolina del Norte tras el paso del mortífero huracán Helene hace tres semanas ya arrojan consecuencias peligrosas. Mientras decenas de miles de afectados intentan retirar árboles caídos, reabrir puentes, recuperar la electricidad o recuperar lo que se pueda de sus viviendas dañadas, la Agencia Federal de Gestión de Desastres (FEMA, por sus siglas en inglés) ha tenido que reorganizar sus tareas y recolocar a sus equipos en la zona después de que este fin de semana recibiera amenazas “creíbles” contra la seguridad de sus trabajadores.