Era serio y muy formal en el trato. Recibía en su despacho sin el uniforme militar, pese a ostentar el rango de coronel. Otros hacen gala para mostrar máxima lealtad a la revolución, a él no le hacía falta, se le presuponía de origen. Se había vuelto abstemio y cuidaba la dieta, no le gustaba verse con kilos de más. Si en el chavismo han triunfado hombres expansivos como Hugo Chávez, Diosdado Cabello o el propio Nicolás Maduro, Pedro Tellechea era comedido, tímido, de pocas palabras. Una nueva generación de chavistas que reniegan del chándal. A sus 48 años, se había ganado la fama de eficiente, ordenado, ejecutor: las cualidades de un buen gerente. Maduro se lo reconocía en público y sus amigos -y hasta sus enemigos- en privado. Nadie mejor para leer métricas, ordenar, sanear, tapar agujeros presupuestarios, vigilar a los funcionarios de alto rango, pero también a la señora de la puerta y al señor de mantenimiento.