Los pequeños emprendedores encuentran formas innovadoras de adaptarse y prosperar en Venezuela. La pasión, el talento y la capacidad de conectar con los clientes los convierten en un ejemplo de resiliencia y creatividad.
El Diario conversó con tres venezolanos que a través de sus historias llevan a conocer no solo los desafíos que existen en el camino, sino también la gratificación de dedicarse a lo que les gusta y les da el sustento.
Una de estas experiencias es la de Diamar Guanipa, creadora de Dulce Día, un negocio de repostería especializado en galletas decoradas.
La pasión por la cocina siempre ha estado presente en la vida de Guanipa, ya que desde niña disfrutaba preparar tortas y dulces para las celebraciones familiares.
“Un día, unos amigos me pidieron que les diera un presupuesto. Me dijeron que si no les cobraba, no me pedirían nada. Insistieron tanto que pensé que si iba a cobrar, necesitaría un nombre y una imagen para mi negocio. Así que hablé con mis amigos para encontrar un nombre, y uno de ellos diseñó el logotipo que hoy me identifica. Mientras todo esto ocurría, yo le vendía galletas a la cantina del colegio de mi hijo”, narró la emprendedora.

Así nació Dulce Día en 2011. Con el tiempo, la venezolana decidió renunciar a su trabajo formal y se dedicó por completo a su pasión tras realizar un diplomado en Gerencia de Microempresas de Alimentos entre 2012 y 2013.
Desafíos y alegrías
Como muchos emprendedores en Venezuela, Guanipa ha enfrentado numerosos desafíos desde que comenzó su negocio.
“Los años de escasez y los tiempos de protesta fueron los más difíciles. Tenía que buscar aquí y allá los productos básicos, probar otras marcas, adaptar las recetas, porque los clientes se mantenían. También debía planificar con más cuidado las actividades para poder cumplir con los compromisos”, acotó la repostera.
A pesar de estos obstáculos, lo más emocionante para la emprendedora ha sido mantenerse activa en su negocio, además de recibir el reconocimiento de sus clientes por sus productos.
“No tengo una tienda o local abierto al público pero seguir haciendo lo que me gusta durante tantos años es gratificante, que los clientes que se han ido a otros países me llamen para sorprender a sus familias y amigos aquí o que me lleguen fotos de mis galletas que viajaron kilómetros a otros países”, agregó Guanipa.

Motivación y planes
La motivación detrás del trabajo diario de Guanipa proviene de sus clientes, en especial de los más jóvenes del hogar.
“Ver cómo los niños le insisten a sus papás que quieren mis galletas en sus fiestas de cumpleaños, eso es la mayor motivación. Así como mi familia y mis amigos que siempre me animan”, indicó la emprendedora.
Con respecto al futuro, la venezolana tiene grandes planes. Quiere llevar sus talleres de galletas decoradas al ámbito digital y además, está decidida a seguir practicando nuevas técnicas y estilos para mejorar aún más sus creaciones.
Cuando se le pregunta qué le hace falta a Venezuela para que los emprendedores puedan crecer y prosperar, Guanipa no duda: “Educación, formación financiera e información”.
“Es importante educarse en esa área en la que se quiere emprender porque tener el talento no es suficiente. Formarte en lo financiero y planificación, porque así tengas apoyo o colaboración, es importante conocer sobre esto. También hay que tener información actualizada sobre las leyes, programas, registros, impuestos, préstamos, trámites burocráticos que pueden desanimar por el tiempo que debes dedicarles pero hay que hacer”, explicó la emprendedora.

Planificar y crecer
En cuanto al poder de las redes sociales para el crecimiento de un pequeño negocio, la fundadora de Dulce Día reconoce que aunque no son fáciles de manejar, son herramientas valiosas para dar visibilidad al trabajo.
“Las redes sociales te ayudan a dar a conocer lo que haces, conectar con otros, contribuyen a estar informado, actualizado. Aunque no debemos dejar todo el trabajo a las plataformas, sí podemos apoyarnos en ellas”, resaltó la venezolana.
Guanipa también tuvo la oportunidad de participar en un programa impulsado por Kraft Foods Venezuela, junto con la Universidad Simón Bolívar, llamado Gestión de Microempresas de Producción de Alimentos.
Este programa le brindó herramientas clave sobre planificación financiera, presupuestos y como tener tablas de costos claras para comercializar sus productos.
“Como mensaje para otros emprendedores, les diría que no dejen de educarse o aprender siempre algo más en función de lo que hacen. Que planifiquen y proyecten sus objetivos a corto y mediano plazo, además de rodearse de personas que tengan buenas ideas”, concluyó la dueña de Dulce Día.

Manicurista a domicilio
Algunos pequeños emprendimientos suelen comenzar como un recurso alterno a un oficio formal, es decir, una posibilidad de generar ingresos a través de un trabajo a destajo.
En esa área se encuentra Mariana Salamanca, una manicurista que ofrece sus servicios a domicilio para algunas clientas, aunque su empleo principal lo tiene en una peluquería de Caracas.
“Yo he hecho tres cursos como manicurista, además siempre me estoy actualizando con tutoriales para ofrecer lo último en uñas que sale en el mercado. Tengo mi trabajo en la peluquería Mis Caprichos de lunes a sábado pero también ofrezco mis servicios a las clientas que no pueden ir hasta allá, todavía no me decido a dedicarme del todo a ese emprendimiento porque necesito más materiales que me permitan hacerlo mejor”, dijo Salamanca en entrevista para El Diario.
La pequeña emprendedora ha enfrentado algunos retos en su camino para fortalecer lo que considera puede convertirse en su propio negocio, entre ellos construir su nombre y lista de clientes.
“He tenido que trabajar muy duro para construir mi reputación. Actualmente los ingresos por mi trabajo a domicilio son más altos que los que obtengo en mi trabajo formal, pero aún así creo que me falta para poder dedicarme solo al emprendimiento”, confesó la manicurista.

Capacitación especializada
Salamanca considera que su futuro profesional en el mundo del emprendimiento también depende de hacer más cursos de capacitación enfocados en el área, que le permitan expandir sus servicios.
“Tengo planeado para este año inscribirme en cursos de tratamientos faciales, peluquería, tinte y masajes. Sin embargo, necesito los recursos económicos para invertir y el tiempo para hacerlo, eso es lo más complicado. En los bancos es difícil que apuesten por un plan como ese, pero sé que no es imposible, por eso he estado consultando con otras emprendedoras para informarme bien y perseverar”, señaló la venezolana.
En cuanto a las redes sociales, Salamanca admitió que no ha aprendido a manejarlas adecuadamente para ampliar su cartera de clientes.
“Yo uso mi cuenta personal para poner a veces historias de mis trabajos como manicurista, pero no me he enfocado como debería para darme a conocer, algunas personas me han dicho que hay que gastar mucho dinero en publicidad para que crezca, pero, la verdad, no estoy segura”, dijo la joven de 25 años de edad.
Como mensaje para otras personas que buscan hacer de su oficio un pequeño emprendimiento que les permita generar dinero, las invitó a confiar en sí mismas, no subestimar el talento y buscar gente experta que los apoye, acompañe y guíe en el proceso.

Espacio de creatividad
Carlos Carpio es administrador de un kiosco en el oeste de Caracas desde hace un año. Antes de alquilar ese espacio, se dedicaba a hacer artesanías y venderlas de forma ambulante en la ciudad.
“La situación económica era complicada y necesitaba una forma de generar ingresos para llevar a la casa. Siempre me ha gustado hacer artesanía, pero lo que me generaba no era suficiente. Los dueños del kiosco tuvieron que viajar y me ofrecieron el puesto en alquiler para administrarlo, mantenerlo activo y además vender mis productos”, contó el venezolano en entrevista para El Diario.
Para Carpio este pequeño emprendimiento no es solo un medio para ganarse la vida, sino que lo define como un espacio donde puede mostrar su creatividad a la par de ofrecer otros productos como chucherías y refrescos.
El camino de este pequeño comerciante ha estado lleno de desafíos, que considera no han sido obstáculos sino motivación para enfrentarlos y continuar con los planes para construir sus sueños.
“Lo más difícil para mí fue conseguir financiamiento, los trámites bancarios pueden resultar largos si no tienes una base que les garantice el retorno de su inversión. Para comenzar tuve que recurrir a ahorros personales y a la ayuda de amigos y familiares”, explicó el pequeño emprendedor.

Planes de crecimiento
Carpio señaló que contactar a los proveedores de insumos es un paso importante y si no se cuentan con las herramientas adecuadas, esto puede convertirse en otra dificultad.
“Corrí con suerte pero también fui perseverante, comencé a preguntar en otros kioscos quien los surtía, porque el espacio me lo dieron vacío y tenía que llenarlo. Al principio, me iba al centro y compraba los productos por mi cuenta, ahora ya tengo contratos con algunos proveedores y todo fluye”, detalló Carpio.
El artesano reveló que tiene planes de crecimiento para el kiosco, que incluyen ampliar su oferta de productos, abrir cuentas en distintas plataformas sociales para darse a conocer y seguir cultivando la relación con sus clientes habituales.
“Tengo como meta incluir más productos naturales, más artesanía, ofrecer algo que sea distinto al resto, porque si nos ponemos a pensar qué hace diferente a un kiosco de otro, muy poco. Creo que la creatividad es infinita y eso me va a ayudar a crecer”, indicó Carpio.
Con respecto a qué considera que hace falta en el país para que los pequeños emprendedores avancen en su camino, respondió que más cursos de formación a bajo costo y facilidades en el acceso a financiamiento.
Estas tres historias de pequeños emprendedores venezolanos coinciden en que con determinación, creatividad y formación especializada, pueden construir su propio negocio en el país.
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