Punto y final. Los últimos mítines en México han echado el cierre a una campaña de tres meses que deja como foto general a una candidata confiada y a otra, apurando hasta el último instante. A dos pasos del Palacio Nacional, ondeando la bandera de México, una Claudia Sheinbaum muy institucional ha prometido gobernar para todos, los suyos y los que tienen otras preferencias y “guardar el legado del presidente López Obrador”. Sin medirse en fuerzas con un Zócalo lleno, Xóchitl Gálvez ha optado por cerrar en Monterrey, la capital de Nuevo León, el norte próspero e industrializado, una de las plazas más robustas de Movimiento Ciudadano. Su discurso se ha centrado en criticar a este partido, aprovechando los últimos minutos para arrebatar un voto útil que la propulse de aquí al domingo. La campaña acaba como empezó: la oposición blandiendo la idea de un México sin miedo y con la seguridad ciudadana como prioridad, en un país que en los últimos días no ha dejado de enterrar candidatos derribados a tiros, así como la defensa de la democracia. Pero Morena no está dispuesta a ceder esa bandera. Sheinbaum ha recordado la lucha por la democracia de su partido, al que ha declarado “heredero de Benito Juárez”.