A las 7.55 de la mañana, un piloto estadounidense despegó del aeropuerto de Hermosillo, en el Estado de Sonora, en el norte de México. Poco más de dos horas después, la avioneta aterrizaba en un pequeño aeropuerto privado cercano a la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, con dos pasajeros más. Ambos fueron detenidos por agentes federales al pisar suelo estadounidense. Eran Ismael el Mayo Zambada, más de 30 años en la cima de narcotráfico, y Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo. Más allá de estos detalles, la historia de la misteriosa detención este jueves de los dos capos del Cartel de Sinaloa, sin un solo tiro de por medio, es todavía un relato lleno de agujeros, sospechas y contradicciones.