Los grandes debates internacionales en materia fiscal tienen que pasar antes por Estados Unidos y, desde ahí, continuar su camino hacia otras economías del mundo como Alemania, Francia, Italia o Japón. Por eso, este jueves, casi una veintena de antiguos jefes de Estado y de Gobierno de varios países han solicitado por carta al presidente estadounidense, Joe Biden, y al resto de los líderes del G-20, un apoyo formal al nuevo plan que prevé un gravamen especial sobre las 3.000 personas más ricas del mundo, con el objetivo de recaudar hasta 250.000 millones de dólares adicionales (unos 231.000 millones de euros) a nivel global.